Culto a los muertos en el antiguo Egipto

La entrada de esta vez se trata de una colaboración entre Papiros Perdidos y Explorando Egipto. Desde los dos espacios esperamos que disfrutéis mucho de su lectura. Si clicáis  aquí podréis ir a la página de Papiros Perdidos y leer sobre el Culto a los dioses. Con ambas entradas completaréis vuestros datos sobre la religiosidad egipcia. Respecto, al Culto a los muertos que aquí nos ocupa, veremos cómo se realizaba el cuidado a los difuntos y la forma con la que los egipcios vivos contactaban con sus muertos. 


Recordando a los ancestros
La Historia es la ciencia que estudia el pasado, sin embargo, este pasado muchas veces no se diferencia demasiado de la forma en la que actuamos hoy en día. La práctica de enterrar a los seres queridos se realizó por primera vez por los Neandertales, el culto a los muertos es por tanto el ritual más duradero de la Historia. El sentimiento de pérdida y el deseo de honrar a ese ser querido tras su fallecimiento nos conecta con nuestros instintos más elementales.  
Una vez que llega la hora, la responsabilidad de los vivos es asegurar la eternidad del ser querido mediante la preservación del cuerpo, por donde el espíritu puede entrar y salir de ambos mundos sin llegar a desaparecer. Existiendo un cuerpo y un recuerdo podrá realizarse el culto a los ancestros, un culto universal e innato del ser humano que practicamos desde hace miles de años.
Preparando el viaje
Fig. 1. Papiro de Ani. 
Para los egipcios el más allá era como un reflejo y un alargamiento de la vida terrenal donde tendrían las mismas necesidades. La responsabilidad y previsiones recaía en los vivos. Los preparativos suponían un gran esfuerzo económico por lo que los funerales podían diferenciarse unos de otros dependiendo de la economía de cada familia.
Piensa en el día del entierro, en el partir hacia el estado de bien aventurado. Se te asignará «una noche» con ungüentos y bandas de mo­mia que provienen de las manos de Tait. Se te hará un cortejo fúnebre el día del entierro: el sarcófago interior de oro, la cabeza [máscara] de la­pislázuli, el cielo sobre ti, tú colocado en el ataúd; los bueyes te arrastra­rán y los cantantes avanzarán delante de ti. Se ejecutará la danza muu, se leerá en voz alta la lista de las ofrendas funerarias y se matarán animales en la entrada de tu capilla. Tus pilares, construidos con piedra blanca, estarán en medio de las tumbas de los príncipes. No morirás en tierra extranjera, los asiáticos no te meterán en tu tumba, no serás colocado en una piel de morueco y no se hará tu túmulo. Durante mucho tiempo has recorrido la tierra, piensa en la enfermedad y vuelve a Egipto.
Sinuhe
La preservación del cuerpo mediante la momificación era muy importante pues la desaparición del cuerpo o la decapitación de la momia podía significar la segunda muerte, algo que causaba pánico solo de pensarlo.
Fig.2. Recreación de la momificación.
Los reyes y altas personalidades de la sociedad egipcia tenían el privilegio de ser momificados y colocados en un ataúd con sarcófagos cuidadosamente decorados. El resto de la población que no podía permitirse estos lujos recurría a otros métodos como la utilización de unas tablas o esteras de sisal y vasijas de barro como posibilidad de protección y conservación del cadáver. Estos cuerpos serían enterrados en las arenas del desierto que secarían de forma natural el cuerpo.  
Sin embargo, la conservación del cuerpo no aseguraba directamente la llegada del espíritu a su destino, pues existían unas fuerzas negativas y otros obstáculos que podían poner en peligro el alma del difunto. Como los egipcios guardaban una gran conexión con la magia en su vida cotidiana, supieron como ingeniárselas ante estos obstáculos. Por un lado, las momias solían ser acompañadas por una serie de amuletos con fuerzas mágicas que se reforzaban mediante fórmulas que debían recitarse, el objetivo era convertir al difunto en una fuerza divina. Por otro lado, existían los textos mágicos que guardaban una serie de informaciones fundamentales para el difunto.  
El amuleto más importante era el escarabeo, el cual jugaría un gran papel en la psicostasis del Juicio de Osiris, donde este delataría la naturaleza de la persona y solo los justos de corazón pasarían la prueba, de lo contrario, serían devorados por la fiera Ammit.
Fig. 3. Juicio de Osiris con el pesaje del corazón. Papiro de Ani. 
Después de la colocación de los amuletos y del vendado, la momia sería colocada en un ataúd. Esto era de suma importancia, pues todo fallecido se convertía automáticamente en un dios asociándose a Osiris, pues adquirían el poder de actuar en la vida de los vivos y la capacidad de salir y entrar entre ambos mundos. Los dioses, según la creencia egipcia, se ocultaban a la vista de las personas y solo el rey y los sacerdotes podían acceder a la imagen del dios.
La concepción de lo oculto así pues, es muy recurrente dentro del plano sacro egipcio. Al principio se usaba un único ataúd, pero en el Reino Nuevo se encajaban varios ataúdes unos dentro de otros para reforzar ese sentido de ocultamiento y protección de la momia.
La presencia del cuerpo del difunto, de su ajuar funerario, de una mesa de ofrendas y de una estela de falsa puerta convertía a las tum­bas en lugares de tránsito entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Los ojos udyat de la decoración del ataúd permitían al difunto ver el ajuar funerario, el sol naciente y aquello que sucedía a su alrededor.
Pasos del funeral
Una vez momificado el fallecido existían una serie de pasos aunque, seguramente cada caso sería diferente. Durante el Reino Nuevo se celebraron muchos más pasos intermedios que durante el Reino Antiguo y el Reino Medio. Podemos destacar:
1.  Duelo en casa del difunto. Las plañideras tenían una gran importancia, se trata de unas profesionales contratadas que lloraban, se arrancaban las vestiduras y arrojaban polvo sobre sus cabezas en expresión del dolor de la pérdida. En el Reino Nuevo una cinta blanca o azul claro servía para diferenciar a las mujeres de la familia de aquellas que no lo eran. Los hombres, por el contrario, expresaban su dolor en el exterior de la casa.
Fig. 4. Plañideras 
2.     Procesión funeraria. El ataúd era sacado de la casa a hombros de amigos de la familia o bien colocado sobre un trineo y arrastrado por éstos. Los vivos acompañaban a la momia hacia su nuevo mundo en una procesión hacia Occidente (el desierto) donde sería enterrada una vez cruzasen la orilla del Nilo o en su defecto una acequia u otro elemento acuífero, representando de forma simbólica ese tránsito.
3.      Entierro del difunto o colocación de la momia en la tumba. En este momento se llevaban a cabo diferentes rituales. El hijo primogénito era el encargado de oficiar algunos de los rituales como el de la “Apertura de la boca donde el oficiante tocaba con un instrumento los diversos orificios del cuerpo embalsamado: ojos, nariz, boca y oídos. Gracias a este toque mágico la momia «renacía», pues recuperaba el uso de sus sentidos. Una vez la momia recuperaba su capacidad para alimentarse, era el mo­mento de llevar a cabo un segundo ritual, llamado por los egipcios “Venir al escuchar la voz. La figura del sacerdote funerario llamaba al difunto para que acudiera y pudiera recuperar sus fuerzas con los alimentos depositados. Era el momento en que se sacrificaba el buey que había participado en la procesión funeraria y se le presentaba la pata delantera derecha a la momia (ofrenda khepesh).
4.     Banquete funerario. En el banquete tomaban par­te todos aquellos que habían participado en la procesión. Dependien­do de las posibilidades de cada uno, se trataría de una celebración más o menos espléndida, pero siempre llena de alegría y ganas de vivir siendo acompañado por música.
5.    Colocación de ofrendas. Las ofrendas también eran un factor importante, dependiendo de la riqueza del fallecido. En la Antigüedad primaba la creencia de que el alma debía seguir alimentándose y nutriendose para poseer fuerza, por lo que cuantas más ofrendas más poderoso sería ese espíritu divino. Además de los alimentos destacan los vasos canopos que contenían las vísceras del difunto. Estas eran extraídas durante la momificación para evitar la putrefacción de los órganos, pero como seguían siendo parte del todo tenían que conservarse. Por otro lado, destacan los ushebtis. Una vez alcanzada la vida eterna el difunto tenía que afrontar trabajos agrícolas en el Ialú o Campos de cañas. Estas estatuillas actuaban como sirvientes que asumían estos trabajos más duros. Por último, los egipcios viajaban con todos sus utensilios, muebles y demás objetos que habían necesitado en vida. Por ejemplo, Tutankhamón fue enterrado con hasta 130 bastones para su cojera. La muerte no era el fin de la vida, sino el principio, se trataba de un viaje en el que tendrían que llevar todo el equipaje necesario.
 Fig. 5. Tumba Ramose. Trasladando el ajuar. 
El papel de los vivos
Después del entierro se realizaba un culto continuado donde los vivos acudían a la tumba para recitar los textos de las ofrendas de las falsas puertas y llevaban alimentos siendo el hijo mayor el responsable de dar este servicio regularmente. El lugar de ofrendas evolucionó desde una especie de nicho donde se colocaban hasta la conocida como falsa puerta.
Dona agua para tu padre y tu madre, que descansan en el valle del desierto… Haz saber a la gente que lo haces, entonces lo hará también tu hijo para ti
Enseñanzas de Ani, Reino Nuevo.
La constante renovación de los alimentos, la aspersión de agua fresca e incluso la presencia y la voz de los vivos ante la tumba, así como el recuerdo del nombre de un difunto eran considerados en el antiguo Egipto como imprescindibles para llevar una existencia equivalente a la de un dios en el más allá.
A su vez, las tumbas egipcias estaban pensadas de tal modo que cualquiera pudiera entrar en ellas y leer la fórmula hetep di nesu en beneficio del muerto allí enterrado. Incluso colocaban frases que invitaban a los visitantes de paso a leer las ofrendas para renovar la energía del difunto: Oh tú que pasas por delante de mi tumba...”.
En las biografías ideales, también se ensalza la honra a los muertos: “Yo no olvidé mencionar por su nombre a cada uno de todos mis antepasados”. De lo que se desprende que dentro de una familia solía tenerse presente el recuerdo de varias generaciones de antepasados.
La Bella Fiesta del Valle
Además, existían fechas señaladas similares a nuestro Día de todos los Santos, donde los egipcios se trasladaban a los cementerios para honrar a los muertos, llevar ofrendas, cuidar la tumba y pasar una jornada entre recuerdos, leyendo en las paredes la biografía del difunto, rememorando aquello que fue en vida.
Esta fiesta en la que las necrópolis se llenaban de vida y algarabía era llamada la Bella Fiesta del Valle que se remonta al Reino Medio, además de la visita a las tumbas se realizaban procesiones en las que los egipcios podían contactar con el dios Amón que era llevado en andas por sacerdotes.
Cartas a los muertos
Los egipcios tenían una curiosa forma de contactar con sus muertos a los que en ocasiones escribían cartas. Estas cartas a los muertos constituyen un testimonio excepcional de la actitud de los vivos con los muertos y sus creencias sobre la función de los difuntos en el más allá. Estas se han conservado desde el Reino Antiguo. Se trata sobre todo de viudas y huérfanos que se dirigen al cabeza de familia desaparecido donde en muchos casos los vivos echan en cara su situación desafortunada, pues los muertos deberían de velar por el bienestar de los vivos.
Fig. 6. Carta a los muertos. 
El texto se escribía en un platillo de barro en el que se ofrecía un alimento para que una vez satisfecho el difunto leyese la carta. La religión egipcia tenía muchas veces un sentido contractual donde se veneraba o abandonaba al dios en cuestión dependiendo de los beneficios recibidos a cambio de las ofrendas otorgadas. Por ello, en estas cartas se prometía al difunto otras ofrendas siempre y cuando el remitente pusiera sus energías a favor de los vivos. 
Era importante tener a todas las energías divinas a favor, pues las ánimas al igual que los dioses podían ser los causantes de enfermedades o desgracias ante las malas conductas de los vivos.
Un ejemplo del Reino Nuevo nos muestra a un hombre viudo que escribe a su esposa fallecida donde le refiere sobre malentendido pues él siempre había sido bueno con ella por lo que no tenía ningún motivo para estar enfurecida con él.
 “Cumple los deseos del espíritu muerto; haz lo que desea. Mantente por él puro ante su tabú, para que permanezcas incólume de sus numerosos daños”. 
Enseñanzas de Ani.
No obstante, también los había escépticos, el canto del arpista de la tumba de Intef nos invita a vivir y seguir los deseos de nuestro corazón, por tanto, la muerte ayer y hoy es un misterio que nos atrapa, un enigma sin resolver, una responsabilidad para aquellos que quedan que deben honrar a los que ya no están, pero que nos dejan sus consejos y vivencias de una vida. 
Sigue los deseos de tu corazón. 
Dedícate a tus asuntos sobre la tierra
(y) no lastimes tu corazón.
(Cuando) te llegue el día del lamento
el Débil de Corazón (=Osiris) no escuchará sus lamentaciones,
al hombre no lo salvarán sus quejas de la tumba.
(Así pues) pasa una feliz jornada,
no languidezcas en ella.
Mira, nadie puede llevar sus cosas consigo.
Mira, nadie ha regresado de los que se han ido. 

 DIANA NAVARRO LÓPEZ


Recordad esta entrada se complementa con la de Papiros Perdidos: https://papirosperdidos.com/2017/03/04/religion-en-el-reino-nuevo-el-culto-a-los-dioses/

Bibliografía:
HAROLD, M. Funerary Rituals (Phraonic Period). UCLA. Encyclopedia of Egyptology. Los Ángeles. 2010. 
PARRA, J.M. La derrota de la muerte en el antiguo Egipto. Crítica. Madrid. 2010. 
SCHULZ, R. y SHEIDEL, M. Egipto: el mundo de los faraones. H.F. Hullmann. Köln. 2012. 
Fuente de imágenes:
Fig. 1: wikimedia.org 
Fig. 2:  https://jaimesjbsociales.wordpress.com/
Fig. 3: wikimedia.org 
Fig. 4:  egyptsites.com
Fig. 5: posterlounge.com
Fig. 6: http://www.ucl.ac.uk/
Esperamos que os haya gustado esta entrada y nos ayudéis a compartir nuestro trabajo. Si usáis información de aquí, no olvidéis citarnos de la siguiente forma: Explorando Egipto [Consultada: (Fecha del día de consulta)] 
 △△△●《Єxplorando Єgipto 》●△△△

1 comentario:

  1. Con respecto al juicio de:osiris al igual que pasa con el juicio de dios,ni creo en el 1º,ni en el 2º,dado que no existe la posibilidad de :"salvación a través de un juicio,pues la intervención sea por parte de quien sea no deja de ser absurda,no vale para perdonar ,ni para evitar o corregir actos personales e individuales ,si has robado sigues siendo ladrón y si has asesinado sigues siendo asesino ,"nadie tiene el poder de corrección o de perdón sobre "tus actos""mis actos""sus actos"nadie,por tanto queda como medio de "entretenimiento" o algo peor el judgar a alguien de lo que solo uno queda autojuzgado.nada mas ,tan solo poner mi punto de vista sobre "los falsos juicios"sean de dios o sean de osiris da igual como se llame "el juzgador".
    sinceramente
    karlina.

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